TEMAS DE ESTUDIO

SIM 

HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO INTERNACIONAL
El sistema financiero internacional está compuesto por un conjunto de instituciones públicas y privadas, y un conjunto de normas y regulaciones nacionales e internacionales, que sirven de marco para las transacciones u operaciones de compra y venta de las monedas de los distintos países, fuertes y débiles. El precio de una moneda en términos de otra o tipo de cambio se determina por la oferta y demanda global de esa moneda, es decir por la oferta y demanda tanto pública como privada. La determinación del tipo de cambio es flexible si lo determina la oferta y demanda privada en un mercado libre de compra y venta de divisas y es fijo si lo determina una autoridad de gobierno como el banco central.
Diferentes sistemas de tipo de cambio han estado asociados con diferentes mecanismos de ajuste. El mecanismo de corrección automática del déficit o del superávit en la balanza de pagos de un país, tiene lugar a través de un proceso de ajuste de la oferta monetaria nacional u oferta de moneda nacional, de los precios internos, del ingreso nacional y de las tasas internas de interés. Dicho mecanismo funciona de manera diferente según los tipos de cambio se determinen en un mercado libre de divisas o mediante la intervención del banco central. A través de la historia se han presentado diferentes sistemas para la determinación de los tipos de cambio.
Historia del sistema financiero internacional.
Desde 1870, las transacciones internacionales en el mundo han tenido lugar gracias a cuatro diferentes sistemas, cuya aparición cronológica presenta el siguiente orden:
1. El patrón oro.
2. El patrón Bretton Woods o patrón de tipos fijos de cambio.
3. El patrón de tipos flexibles de cambio, y
4. El patrón de intervención cooperativa de los mercados cambiarios internacionales, el cual, determina hoy día los tipos de cambio, tal como surge de las políticas emanadas de los acuerdos del G7 o grupo de los siete países más industrializados del planeta.
El sistema clásico del Patrón Oro: 1870-1914.

Cuando el patrón oro regía el comercio internacional de bienes, servicios y capitales, cada país en el mundo fijaba un precio para la onza de oro y aceptaba convertir sus billetes en oro físico. Si el precio del oro en Estados Unidos era 400 dólares y de 250 libras esterlinas en Gran Bretaña, entonces una libra esterlina (£) valía ($400/£250) = $1,60/£ en los mercados cambiarios. Si el tipo de cambio difería de $1,60/£ se activaría un proceso conocido como arbitraje, mediante el cual, compradores y vendedores en ambos lados del Atlántico intentan obtener beneficios de tal diferencia, activando ofertas y demandas de oro que al fin y al cabo llevarían a restablecer el precio de la libra esterlina al nivel de $1,60/£ nuevamente. Por ejemplo, si el tipo de cambio era $1,50/£, esto es, si la moneda inglesa se abarataba, aumentaba su demanda y a cambio se ofrecían dólares en los mercados cambiarios, con las libras adquiridas a un menor precio se compraba oro en Gran Bretaña que se encontraba a precio fijo, se embarcaba el mismo hacia Estados Unidos y se vendía en ese otro país. El proceso se mantenía en constante funcionamiento hasta que el precio de la moneda inglesa volviera a su nivel inicial de $1,60/£. Un proceso similar de carácter opuesto ocurría si el tipo de cambio era $1,70/£.

El sistema internacional de pagos del comercio estaba basado en el compromiso serio y creíble de todos los gobiernos, de intercambiar monedas nacionales por oro a un precio fijo. Como se explicará más adelante, los gobiernos de cada país pueden emitir y crear dinero, billetes y monedas nacionales, de cuya cantidad total en la economía depende el valor de la moneda interna, o sea, el tipo de cambio. Siempre le ha convenido a los gobiernos, hacer creer al público que mantendrán bajo control el crecimiento de la oferta monetaria u oferta interna de moneda nacional, para mantener baja la inflación y las tasas de interés. La vigencia patrón oro garantizaba la existencia de un mecanismo automático de ajuste de la oferta monetaria que le permitía a las autoridades de gobierno cumplir con el compromiso citado. Sin embargo, las autoridades de gobierno de los diferentes países encuentran en el control deliberado de la oferta de moneda nacional un mecanismo para crear empleos y para financiar su déficit fiscal. Al permitir el crecimiento de la oferta de dinero y crecer la inflación, el costo real de sus préstamos se reduce, en perjuicio de los ahorrantes de ese país. Esta situación sin embargo, reduce la credibilidad de los gobiernos en el compromiso de mantener fija la oferta monetaria, ocasionando que los ciudadanos se formen expectativas racionales sobre la tasa de interés: cuando los ciudadanos se enteran de las políticas deliberadas de gobierno de aumentar la oferta monetaria interna, exigen mayores tasas de interés nominales para compensar una inflación esperada mayor. Esta situación, en un equilibrio de Nash, corresponde a un equilibrio ineficiente para la economía ya que tanto gobierno como ciudadanos pierden (Nash, 1951). Volviendo entonces al patrón oro, la promesa del gobierno de convertir moneda nacional en oro creaba el control sobre la creación de oferta monetaria: el oro se convertía en el ancla nominal del nivel de precios.

Para explicar lo anterior consideremos que pasaba si Gran Bretaña compraba más bienes y servicios en Estados Unidos que los bienes y servicios que Estados Unidos compraba a Gran Bretaña, dando lugar a la creación de un déficit comercial en este último país. En esa situación la oferta de libras esterlinas en los mercados cambiarios era mayor que su demanda, ocasionando una presión para que el precio de la libra bajara de su nivel inicial de $1,60/£. Esa reducción en el precio activaba el arbitraje y parte del oro de Gran Bretaña se trasladaba a Estados Unidos. El sistema de patrón oro exigía que el banco central de cada país, en este caso la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco de Inglaterra mantuvieran en sus cajas, una reserva de oro igual al 25 por ciento del valor de su oferta monetaria interna, o moneda nacional en circulación. Si esa reserva de oro se reducía en Gran Bretaña por el traslado de oro a Estados Unidos, entonces el Banco de Inglaterra debía reducir su oferta de libras esterlinas. Además, en Estados Unidos al aumentar la reserva de oro por encima de su nivel de 25 por ciento, la Reserva Federal de ese país podía aumentar la cantidad de dólares en circulación.

Según los economistas clásicos esos aumentos en la oferta de dinero o cantidad de moneda nacional en circulación (M) se traducía en aumentos proporcionales en el nivel de precios internos (P). Los economistas clásicos habían formulado la teoría cuantitativa del dinero, explicada por la siguiente ecuación: P x Q = M x V. Donde Q es la cantidad de bienes y servicios producidos en el país y V es la velocidad promedio de circulación del dinero (Friedman, 1966). Según ellos, en el corto plazo en el cual la economía no podía crear más empleos ni las instituciones e instrumentos financieros podían cambiar drásticamente, tanto Q como V eran constantes, creando entonces el efecto directo entre el aumento de la oferta monetaria interna y el nivel general de precios. De acuerdo con esa relación, la misma proporción de aumento en la oferta monetaria se trasladaba al nivel general de precios: por tanto los precios en Estados Unidos aumentarían y los precios en Gran Bretaña disminuirían.

Como resultado de esos cambios de precios entre los dos países, las mercancías y servicios en Gran Bretaña se vuelven más competitivos que en Estados Unidos, Gran Bretaña vende con más facilidad y Estados Unidos con más dificultad.
El déficit comercial que inicialmente se había presentado en Gran Bretaña se reduce, al tiempo que el superávit comercial en los Estados Unidos también se reduce. En el país con superávit comercial los precios de los bienes no sujetos al comercio internacional suben con relación a los precios de los bienes y servicios comerciables, se reduce el consumo nacional de bienes no comerciables y aumenta el consumo de bienes importados. En el país con déficit comercial los precios de los bienes no comerciables bajarían con relación a los comerciables, aumenta el consumo local en bienes no comerciables y aumentan las exportaciones. Este proceso de ajuste es conocido como el mecanismo de ajuste automático de la balanza de pagos en el patrón oro: la imposibilidad de que se crearan situaciones de déficit sostenido y persistente de la balanza de pagos y por tanto la existencia de una fuerte presión para devaluar la moneda nacional no podían existir.

Sin embargo, no permitir que el déficit comercial redujera la oferta de dinero ni permitir que el superávit comercial la aumentara, es una política de esterilización o de neutralización del mecanismo de ajuste automático de la balanza de pagos, y se lograba mediante la intervención del gobierno y las autoridades monetarias de los países, creando o destruyendo oferta monetaria para compensar los movimientos inducidos por el resultado del comercio exterior. La posibilidad de permitir la política de esterilización es la crítica más común que se le hizo al patrón oro, ya que esa política de los gobiernos de hacer frente al desempleo, la inflación y al aumento de las tasas internas de interés, causados por el comercio internacional, llegó finalmente a destruir el patrón oro como sistema mundial de pagos. Además, en una economía keynesiana, los precios de los bienes y servicios producidos en el país son rígidos a la baja e impedirían el mecanismo de ajuste automático del déficit comercial. Sin embargo, los cambios de precios de los bienes comerciables y los no comerciables dentro del país, así como la mayor velocidad de crecimiento de precios en los países con superávit, garantizaría todavía, un efecto débil de ajuste automático de la balanza de pagos.

El patrón oro, que imponía una fuerte disciplina a los gobiernos sobre la creación de dinero dentro de cada país, empezó a derrumbarse conforme los países europeos entraban en el conflicto bélico de la Primera Guerra Mundial. Los bancos centrales, movidos por las necesidades de sus propios gobiernos, emiten monedas nacionales contra documentos como bonos o letras de gobierno para financiar los pagos a sus soldados y la compra de pertrechos de guerra. Dichos emisiones redujo drásticamente el respaldo en oro de los billetes en circulación y obligó a los estados europeos a suspender la convertibilidad en oro de sus monedas, suspendiendo las paridades fijas y adoptando la flotación del valor de sus monedas. Una vez roto el patrón oro, esto no pudo ser restablecido a pesar de los esfuerzos de las Conferencia de Bruselas en 1918 y Génova en 1922. Cuando se demostró que las devaluaciones competitivas obligaban a los países a intercambiar recesión económica, convinieron a través del Acuerdo Monetario Tripartita de 1936 a administrar la cantidad de moneda no convertible, a regular el tipo de cambio y a participar en un proceso de cooperación internacional de coordinación de políticas monetarias. Objetivos similares son relevantes hoy día (Carranza, 1992). Los países encontraron en el nacionalismo la oportunidad de emitir y administrar su propio papel moneda con el fin de lograr objetivos internos de generación de empleo. Las situaciones de incertidumbre cambiaria y financiera, característica de los tipos de cambio flexibles, ha hecho pensar a ciertos economistas y políticos del Siglo XX, en la posibilidad de adoptar de nuevo el patrón oro por la disciplina monetaria que impone a los países. Antes de aventurar una opinión al respecto es necesario conocer primero las vicisitudes del mundo con los tipos de cambio flexibles, tal como históricamente ocurrieron en el período entre las dos guerras mundiales.

Tipos de cambio flexibles y controles: 1914-1944.

Con la Primera Guerra Mundial los países rompieron el compromiso de convertir sus monedas nacionales en oro. Internamente tal decisión dio origen a grandes procesos hiperinflacionarios que hicieron incurrir en situaciones de déficit comercial a la mayoría de los países europeos. El déficit comercial en esos países provocaba severas reducciones de la producción nacional de bienes y servicios, y en consecuencia del empleo de sus trabajadores. Para enfrentar esa situación se adoptaron distintas medidas proteccionistas, tales como la adopción de los tipos de cambio flexibles y las devaluaciones competitivas entre las monedas de los distintos países para proteger sus niveles de empleo interno, lo cual constituyó de hecho, el abandono del patrón oro.
Una vez que el patrón oro fue abandonado completamente se adoptó un nuevo patrón internacional de pagos que se conoció con el nombre de patrón cambio oro. El mismo se caracterizaba por la desaparición del oro de la circulación monetaria y el uso del dólar y la libra esterlina como las únicas divisas convertibles en oro. La circulación y el intercambio del oro quedó reducido a los bancos centrales de los distintos países. Sin embargo, la persistencia de las devaluaciones competitivas entre Francia e Inglaterra dio lugar a un enfrentamiento financiero entre esos países que culminó en 1931 con el ataque de Francia a la libra esterlina. Como resultado final de ese enfrentamiento la libra esterlina perdió su condición de moneda de pago internacional y el Banco de Inglaterra se vio forzado a cambiar a Francia todas sus tenencias de libras esterlinas por oro, lo cual significó el abandono de la convertibilidad oro de esa divisa a finales de 1931.
Para 1934 sólo el dólar de los Estados Unidos de América era convertible en oro. Además, con la desaparición del oro como moneda de pago internacional, el dólar inició su vida como la única moneda de pago internacional, reserva de valor y unidad de cuenta. Desde que tuvo lugar la Conferencia de Génova en 1922 hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, todos los países intentaron restablecer el patrón oro. Sin embargo, el regreso al sistema de paridades fijas no fue posible de ninguna manera. Con la atención del mundo puesta en el desarrollo de los conflictos bélicos de la Segunda Guerra Mundial no fue posible examinar el sistema financiero internacional para abandonar las perniciosas paridades fijas e intentar restablecer los tipos fijos de cambio, no fue sino hasta finales del conflicto que se logró adoptar un nuevo patrón monetario internacional como se explica en la siguiente sección.
Patrón Bretton Woods y el Fondo Monetario Internacional: 1944-1973.
Con la Primera Guerra Mundial inició la caída del patrón oro, caída que se fortaleció con la depresión de 1929-1933. Con la Conferencia de Génova en 1922 se creó el patrón cambio oro donde el oro, el dólar y la libra funcionaban como reserva y medio de pago internacional, sólo estas dos últimas eran convertibles por oro. La devaluación de la libra y la pérdida de su convertibilidad el 19 de setiembre de 1931 dejó al dólar como la única moneda convertible en oro en todo el mundo, y a los demás países con patrones de papel moneda inconvertible, manejados cada vez en mayor grado por las autoridades monetarias, de acuerdo con las políticas económicas y sociales de cada nación. El patrón cambio oro se convirtió de hecho en un patrón cambio dólar: todo el papel moneda inconvertible se intercambiaba por dólares y esta era la única moneda convertible en oro.
El patrón Bretton Woods fue adoptado por 730 representantes de 44 naciones, quienes se encontraban reunidos en julio de 1944 en el hotel Monte Washington de Bretton Woods, Estados Unidos, promoviendo la organización del sistema monetario internacional. El nuevo patrón de pagos internacionales, firmado por 178 países, nació a la vida financiera internacional con cuatro características distintivas:
1. Estados Unidos ofreció cambiar dólares estadounidenses por oro a un precio oficial de US$35,00 la onza.
2. Todos los demás países ofrecieron cambiar sus monedas nacionales por el dólar a un tipo de cambio oficial o paridad fija.
3. Toda moneda nacional podría devaluarse hasta un 1% o revaluarse hasta un 1% respecto de la paridad oficial.
4. El banco central de cada país miembro del sistema Bretton Woods intervenía comprando o vendiendo dólares si el tipo de cambio de mercado rebasaba el 1%, en consecuencia las reservas oficiales de dólares en cada banco aumentaban o disminuían.
Como lo señala el título de esta sección, con el nacimiento del patrón de Bretton Woods nació el Fondo Monetario Internacional, institución asesora y financiera mundial que inició sus operaciones en Washington el 1 de marzo de 1947. Al igual que hoy día, el Fondo Monetario Internacional cumplía una doble función: asesorar a los países afiliados al Fondo en sus planes de ajuste fiscal y monetario, conceder préstamos en moneda de pago internacional para hacer frente a los “desequilibrios fundamentales” de sus economías.
Con la firma de los Estatutos del Convenio de Bretón Woods los 178 países afiliados se comprometían a: promover la cooperación monetaria internacional, facilitar el crecimiento del comercio mundial, promover la estabilidad en los tipos de cambio, establecer un sistema multilateral para los pagos de las transacciones internacionales y crear reservas internacionales que serían proporcionadas por el Fondo Monetario Internacional.
Para crear reservas internacionales el Fondo Monetario Internacional estableció un sistema de cuotas para los países de acuerdo a su ingreso nacional e importancia en el comercio mundial y distintos planes de préstamos para obligar a los países miembros a tomar acciones correctivas de política macroeconómica. El sistema inicial de cuotas fue revisado muchas veces y los planes de préstamos continúan hasta hoy día. Según el sistema Estados Unidos mantendría la única moneda nacional convertible en oro y debía para ello mantener reservas físicas de oro. Los demás países usarían dólares para hacer frente a los pagos correspondientes al comercio internacional, manteniendo reservas de dólares que se intercambiarían por sus monedas nacionales a tipos de cambio fijos. Los tipos fijos de cambio podían ajustarse hacia arriba o hacia abajo hasta por un 1% con la autorización del Fondo. En todo momento la paridad del dólar con el oro se encontraría fija porque el precio del oro se encontraba fijo en US35,00 la onza.
Sin embargo, desde su mismo nacimiento y constitución, el Acuerdo de Bretton Woods cometió dos graves errores que, con el paso del tiempo, provocaron severas crisis en la convertibilidad del dólar que llegó a su fin el 15 de agosto de 1971. El primer error fue conservar el mismo ordenamiento del mercado de cambios del patrón oro, esto es, conservar las paridades fijas y permitir al mismo tiempo que los bancos centrales persiguieran políticas monetarias nacionales independientes orientadas hacia la consecución de objetivos internos (Aliber, 1973). La existencia simultánea de políticas monetarias independientes y paridades fijas es contradictoria y por tanto, las paridades fijas, uno de los pilares del sistema, fueron progresivamente amenazadas. El segundo error fue dejar ligada la oferta de dinero internacional o de reservas internacionales, a la necesidad de que Estados Unidos incurriera de forma continua en situaciones de déficit en su balanza comercial, ya que el crecimiento del comercio mundial implicaría la necesidad de los países de contar con crecientes cantidades de moneda reserva internacional, o sea dólares, para atender los pagos crecientes entre las naciones. Dada la escasez de tenencias de oro en los años posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial, los países acumularon dólares y pasivos de Estados Unidos con el exterior para efectuar sus pagos internacionales. La necesidad de que ese país incurriera de manera continua en déficit comercial con el resto del mundo y el aumento de las tenencias de dólares en los demás países, pusieron en duda la capacidad de Estados Unidos de convertir todos los dólares en oro, otro de los pilares del sistema, ya que sus tenencias de oro no crecían al mismo ritmo que la acumulación de dólares en el resto del mundo. De hecho se pudo demostrar que las tenencias de oro en Estados Unidos eran sólo una fracción del total de dólares que circulaban en los mercados cambiarios de todo el mundo.
En 1962 Francia atacó el dólar convirtiendo sus reservas de dólares por oro a pesar de las objeciones de los Estados Unidos. Después de varias crisis de liquidez internacional entre 1968 y 1970 el Fondo Monetario Internacional creó la primera asignación una nueva forma de pago internacional, conocida con el nombre de Derechos Especiales de Giro (DEG, Special Drawing Rights, SDR), para hacer frente a la escasez de oro y dólares en los mercados financieros internacionales, cuyo valor se cotizaba diariamente. Los DEG alcanzaron un total de 20 mil millones antes de 1981, momento a partir del cual se descontinuaron. Los DEG constituían reservas internacionales que no requerían la aparición de un déficit comercial en los Estados Unidos ni la producción de oro. En opinión de muchos expertos, si se hubieran creado con mayor anterioridad, hubieran evitado o pospuesto el derrumbe, que finalmente se produjo, del sistema de Bretton Woods.
El inicio formal de ese derrumbe empezó a producirse el 15 de agosto de 1971, cuando el Gobierno de los Estados Unidos decide unilateralmente suspender la convertibilidad oro del dólar en respuesta a su enorme déficit comercial. Impuso además un arancel de 10% sobre sus importaciones, controles de precios y salarios y una devaluación de 10% a su moneda. Esa devaluación fue equivalente a un aumento del precio del oro, el cual pasó de su nivel histórico de $35,00 la onza a $38,00. En 1973 el dólar de Estados Unidos se devaluó de nuevo, subiendo el precio del oro subió a $42,22 la onza. A partir de ese momento se produjo finalmente rompimiento de los tipos fijos de cambio que propugnaba el Fondo Monetario Internacional y que caracterizaron al sistema o patrón de pagos internacionales de Bretton Woods. Conjuntamente con la nueva devaluación del dólar, el marco alemán y el yen japonés se habían revaluado y el valor de la mayoría de las principales monedas se encontraba en flotación.
El sistema de flotación de los tipos de cambio operó de forma desordenada en todos los mercados cambiarios del mundo, ocasionando serios problemas de cálculo financiero privado y de comercio exterior en muchos países. No sino hasta 1979 que el proceso de aprendizaje bajo el nuevo sistema de flotación se consolidó dando forma al sistema europeo de tipos fijos de cambio o European Rates Mechanism (ERM: mecanismo europeo de tipos de cambio). Con el mismo se creó el Sistema Monetario Europeo conocido también como la serpiente monetaria o the crawling peg. Este nuevo sistema se encontraba en un punto medio entre el sistema de tipos de cambio fijos propios del Acuerdo de Bretton Woods y el sistema de tipos de cambio totalmente flotantes o flexibles que surgió después de 1973. Para señalar los serios problemas que tenía el sistema de pagos internacionales de Bretton Woods y la mejora sustantiva que significó el Sistema Monetario Europeo, es necesario revisar el tratamiento que se le daba al déficit comercial de los países en cada sistema y los mecanismos de ajuste y determinación de los tipos de cambio. Seguidamente se analiza el mecanismo en el patrón de Bretton Woods y de inmediato, en la siguiente sección, se analiza el mecanismo en el Sistema Monetario Europeo.
Según el Acuerdo de Bretton Woods cuando el déficit comercial en un país da lugar a una demanda de dólares mayor que su oferta, aunque la presión para devaluar el tipo de cambio sea mayor de 1%, esta no podrá efectuarse. Al entrar en funcionamiento el mecanismo automático de ajuste del patrón Bretton Woods, esto es, si el banco central no esteriliza el déficit, debe vender dólares sacándolos de sus reservas para hacer frente al exceso de demanda, el nivel de las reservas internacionales del país se reduce pero al mismo tiempo se reduce también el nivel de la oferta monetaria interna o cantidad de moneda nacional en circulación, porque para comprar los dólares al banco central es necesario entregar a cambio moneda interna. Con la reducción de la oferta monetaria interna es probable que se produzca una reducción de la demanda de bienes y servicios disponibles internamente y se reduzcan tanto los precios internos como la demanda de importaciones. La reducción de los precios internos se puede traducir en un aumento de la competitividad de las exportaciones. El aumento esperado de las exportaciones y la reducción esperada de las importaciones deberían conjuntamente revertir el déficit comercial que se presentó originalmente. Esto produciría entonces que la demanda de dólares bajase y el tipo de cambio debería volver a ubicarse dentro del rango del 1%. Este es en síntesis el mecanismo automático de ajuste del déficit de la balanza de pagos bajo el sistema de Bretton Woods.
Sin embargo, si en el ejercicio soberano de tomar decisiones que afecten la actividad económica interna, el gobierno y el banco central deciden esterilizar el efecto del déficit comercial sobre la oferta monetaria interna y en consecuencia detener el mecanismo de ajuste automático que restituiría el equilibrio a la balanza de pagos, deben encontrar un mecanismo que les permita aumentar de nuevo la cantidad de moneda nacional en circulación. Para lograrlo bajan las tasas de interés que pagan al público inversionista, reduciendo la rentabilidad de los certificados de depósito, los depósitos constituidos no son renovados y nuevos depósitos no se constituyen, dando con ello lugar a un aumento de la emisión de moneda nacional. La oferta de moneda nacional aumenta manteniendo la presión de demanda sobre los bienes y servicios internos y sobre los productos de importación. La esterilización del déficit de la balanza de pagos no permite el cambio en la oferta de dinero ni el ajuste de la cuenta corriente por efecto de la variación de precios. El déficit comercial se podría presentar de manera continua y dar lugar a una reducción constante de las reservas internacionales del país.
La reducción continua de las reservas internacionales de los bancos centrales en países que padecían situaciones de déficit comercial persistente y muy elevado, así como la decreciente capacidad de dichos bancos para obtener fondos en préstamo de otros bancos centrales, bancos privados o instituciones financieras internacionales dificultaba el sostenimiento de los tipos fijos de cambio. Los decrecientes niveles de reservas y la incapacidad para adquirir nuevo endeudamiento podrían provocar un ataque especulativo a la moneda nacional de un país, forzando al banco central a agotar finalmente todas o la mayor parte de sus reservas y devaluar drásticamente. El sistema de Bretton Woods estableció mecanismos de ajuste para los países deficitarios que los llevaba generalmente a una crisis cambiaria generada por expectativas auto-cumplidas.
Las cuatro características distintivas con que nació el sistema de Bretton Woods, citadas al final de la página quince, dieron lugar a tres problemas fundamentales de funcionamiento del sistema, que lo llevaron finalmente a su agotamiento y caída. Esos tres problemas fundamentales fueron:
1. Mantener tipos de cambio fijos y permitir a los bancos centrales esterilizar los efectos del déficit comercial sobre la oferta monetaria interna u oferta de moneda nacional, esto es, dejar a los bancos centrales la libertad de adoptar políticas monetarias independientes con el fin de alcanzar objetivos internos de interés para la ciudadanía.
2. Ligar la disponibilidad de reservas internacionales a la necesidad de que los Estados Unidos estuvieran forzados a incurrir en situaciones persistentes y continuas déficit en su balanza comercial, esto socavó la confianza en la convertibilidad del dólar por oro.
3. Situar el peso del ajuste externo en los países deficitarios porque los países superavitarios no tenían urgencia por ajustarse. La necesidad de enfrentar la pérdida de reservas internacionales, de perder el carácter de sujeto de crédito en los mercados internacionales y finalmente de devaluar la moneda nacional, recaía sobre los países deficitarios.
RECUADRO 5. El patrón dólar de cambio fijo.
Estrictamente hablando este patrón corresponde al período comprendido entre 1968 y 1973 porque las monedas nacionales se intercambiaban únicamente por dólares, a tipos de cambio fijos (igual que hoy día pero ahora con tipos de cambio flexibles). Hasta 1968 las personas podrían intercambiar dólares por oro. Desde 1968 hasta 1971 podrían hacerlo únicamente los gobiernos o bancos centrales. En 1973 terminan los tipos de cambio fijos.

El sistema monetario europeo.

El tercer problema fundamental que presentaba el sistema de pagos internacionales de Bretton Woods ya era corregido por sistema monetario europeo vigente en Europa durante el período anterior a la introducción del euro. Según dicho sistema el país con déficit comercial no sólo estaba obligado a comprar su propia moneda, sino que también estaba obligado a vender la moneda de su socio comercial superavitario al banco central correspondiente, para que éste reconstituyera sus reservas de la moneda más demandada. De esa manera se podía reducir la presión sobre el precio de la moneda del país con déficit, reduciendo la presión a devaluarla.
Para ver la diferencia entre un sistema monetario y el otro, analicemos como se hubiera alcanzado el ajuste de un déficit comercial entre Francia y Alemania, antes de la introducción de la moneda única.
Según las reglas del sistema de Bretton Woods, si Francia incurría recurrentemente en una situación de déficit comercial con Alemania, entonces el Banco Central de Francia estaría forzado a comprar la moneda francesa en los mercados cambiarios internacionales a cambio de sus marcos alemanes. Según este tipo ajuste, las reservas francesas de marcos se verían reducidas, al igual que la oferta mundial de francos, creando una presión sobre el franco para que se devaluara. Con el sistema monetario europeo, por el contrario, el banco central del país que disfruta del superávit, Alemania en este caso, debía colaborar con el Banco de Francia, vendiendo marcos alemanes en los mercados internacionales para aumentar la oferta mundial de esa moneda. Al hacerlo, el Banco de Alemania lograba contribuir a satisfacer la demanda francesa de marcos para pagar las importaciones procedentes de Alemania. Resulta evidente que, al aumentar sus reservas de francos, a pesar de que dicha moneda estuviera bajo presión a devaluar, y vender marcos en los mercados internacionales, el Banco de Alemania colaboraba en el ajuste con el Banco Central de Francia.
Para el funcionamiento del sistema monetario europeo, una matriz de tipos de cambio (exchange rate mechanism), listaba diariamente todas las monedas europeas y tres distintos tipos de cambio para cada una de ellas en términos de las otras: el tipo de cambio a la par, el límite inferior, el límite superior.
Si por circunstancias económicas y financieras diversas el tipo de cambio entre las monedas de dos países tendía recurrentemente a ubicarse cerca de cualquiera de los límites de la banda, entonces ambos países estaban obligados a intervenir en sus mercados cambiarios siguiendo el mecanismo arriba descrito. El sistema monetario europeo creó una moneda artificial al calcular un promedio ponderado de todas las monedas de los países miembros del sistema, denominada European Currency Unit o ECU, que fuera antecesor del euro. Ese sistema sin embargo, se derrumbó en agosto de 1993, producto entre otras razones de los problemas cambiarios que tuvieron lugar en Alemania, Gran Bretaña e Italia durante 1992, que llevaron a Gran Bretaña e Italia a retirarse del sistema, además de otros problemas que afectaron al franco francés.
Con el fin de recuperar un nivel apropiado de funcionamiento en las transacciones internacionales de los países miembros de la Unión Europea, se inició en Maastricht, Bélgica, la discusión de los mecanismos de coordinación económica, fiscal y monetaria, necesarios para la creación del euro, moneda común, y para la creación del Banco Central Europeo. Estos hechos finalmente se concretaron a partir del 1 de enero de 2001 con la introducción en circulación de la moneda única. Con la introducción del euro se eliminó el uso de las monedas europeas como el marco alemán, el franco francés, la lira italiana y la peseta española, entre otras, y se eliminó la necesidad de establecer tipos de cambio para dichas monedas. Con la desaparición de los mercados cambiarios entre las antiguas monedas europeas aumentó la importancia de los mercados de cambios entre el euro y las otras monedas fuertes como el dólar de Estados Unidos y el yen japonés.
RECUADRO 6. Sistemas intermedios de tipos de cambio.
Además de los dos extremos, constituidos por el sistema de tipos de cambio fijo y el sistema de tipo de cambio flexible, existen otros sistemas intermedios como la flotación sucia o intervenida, la banda de mayor amplitud, la fijación reptante o deslizante, las tasas mixtas fijas y variables y finalmente, los sistemas de intervención cooperativa en mercados de cambio desordenados, sistemas que se definen y explican a continuación.
• La flotación sucia o tipo de cambio flexible intervenido se da porque, aunque el banco central dice que el tipo de cambio es fijado por la oferta y la demanda privada de monedas, utiliza cambios en la tasa de interés y la compra o venta oportuna de divisas para reducir la incertidumbre a corto plazo.
• El sistema de banda de mayor amplitud consistió en el experimento, de muy corta duración, según el cual el Fondo Monetario Internacional aumentó los límites de 1% a 2,25% para intentar salvar el patrón Bretton Woods. Sin embargo no funcionó y el sistema de Bretton Woods siempre se derrumbó.
• El sistema de fijación reptante o deslizante se estableció al ser reconocido que en los sistemas de bandas no se podía cambiar el valor central o paridad. Con la fijación reptante el valor central o paridad puede ser cambiado a la baja o al alza por el banco central si el tipo de cambio se mantiene persistentemente cercano a uno de los dos límites, inferior o superior, por muchas fechas. Después del ajuste el ancho de la banda alrededor de la nueva paridad se mantiene igual.
• El sistema de tasas mixtas fijas y variables consiste en mantener un tipo de cambio fijo para importaciones y exportaciones y un tipo de cambio flexible para negociaciones con activos financieros. Este sistema ha sido practicado exitosamente por Bélgica.
• El sistema de intervención cooperativa en mercados cambiarios desordenados es lo mismo que un sistema de flotación sucia o tipo de cambio flexible intervenido, pero donde no sólo un banco central interviene en el mercado de cambios, sino que varios bancos centrales de varios países intervienen coordinadamente para lograr de forma conjunta los objetivos perseguidos por uno o varios de los países. La intervención cooperativa surgió como respuesta del grupo de los siete países más industrializados del planeta, el G-7, a la volatilidad del dólar entre 1980 y 1985.
• El sistema financiero internacional que surgió del Acuerdo del Louvre (1987) es un sistema de tipos de cambio flexibles dentro de zonas objetivo que son periódicamente revisadas. Los niveles de intervención no se especifican de manera precisa, sino que se emiten señales (charlas) al mercado cuya efectividad depende de la credibilidad de las autoridades.

Período de tipos de cambio flexibles: 1973-1985.

El aumento de los precios del petróleo que inició a principios de la década de los setenta, en parte por la práctica comercial de los países árabes de cobrar en dólares las facturas petroleras, llegó a detener la depreciación mundial que sufría dólar. Por ese entonces, la depreciación mundial del dólar constituía un síntoma claro de la pérdida de confianza en la convertibilidad oro del dólar. Las ganancias petroleras de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), se invertían en dólares de los Estados Unidos de América, tanto en los mercados cambiarios de la Unión Americana como en los mercados cambiarios europeos. Desde esos mercados los dólares se prestaban, mediante un proceso de intermediación o reciclaje de los petrodólares, a muchos países importadores de petróleo en todas las regiones del mundo. El uso de los préstamos por parte de los países pudo variar desde financiar consumo privado y gasto estatal corriente, hasta financiar infraestructura e inversión. La rentabilidad pública y privada de uno y otro tipo de aplicación mostró en el futuro cercano, a inicios de la década de los ochenta, severos problemas de capacidad de pago que condujeron a la crisis de la deuda externa en muchos países. Entre otros usos, los dólares obtenidos en préstamo se utilizaban para el pago de sus facturas petroleras.
La intermediación de los petrodólares vino a constituir un alivio temporal en la demanda mundial de dólares que contribuyó a mantener el precio del dólar en niveles aceptables para reconstituir la confianza internacional en esa moneda. Sin embargo, los problemas de flotación de precios de muchas otras monedas importantes llevaron al Fondo Monetario Internacional a aprobar mediante el Acuerdo de Jamaica en 1976, la vigencia del sistema de tipos de cambio flexibles que había surgido en 1971. A partir de ese Acuerdo los bancos centrales quedan autorizados para intervenir en los mercados cambiarios, comprando y vendiendo divisas para evitar la volatilidad cambiaria de sus monedas. El Fondo Monetario Internacional desmonetizó además las reservas de oro poniendo sus reservas de ese metal en venta y permitiendo a todos los demás países hacer lo mismo.
RECUADRO 7. La crisis de la deuda externa en el tercer mundo: 1982-1989.
La crisis de la deuda externa en los países del tercer mundo se germina a lo largo de la década de los setenta al conjugarse algunas condiciones financieras y cambiarias internacionales con algunas condiciones internas de cada país. Los resultados finales se vieron además empeorados como consecuencia de las decisiones internas que tomaron muchos de los países del tercer mundo. A nivel internacional la recesión económica redujo el precio de los productos de exportación de las naciones del tercer mundo, principalmente materias primas, en tanto que la inflación mundial y el aumento de los precios del petróleo encarecían las importaciones, creado como consecuencia una situación de déficit fiscal y déficit de la balanza de pagos en muchos países. En un vano intento por aumentar los ingresos recibidos por exportaciones, las naciones deudores sobre-producían sus productos primarios de exportación deprimiendo aún más los precios de sus exportaciones. Al balance negativo generado por la desfavorable evolución de los precios de las mercancías en el mercado internacional, se sumó otro balance negativo originado en la cuenta de capital de las balanzas de pagos de los países deudores. La apreciación el dólar de los Estados Unidos en los mercados internacionales, aumentó el costo en moneda nacional de las deudas en dólares de todos los países deudores, incluyendo naciones grandes como Brasil y México, a lo cual se tuvo que agregar el efecto negativo del aumento en la tasa de interés en Estados Unidos que alcanzó el 20% en octubre de 1979, producto de la política anti-inflacionaria de ese país, haciendo impagable la deuda externa. Este resultado no sólo es la conclusión lógico-matemática de las condiciones económico-financieras descritas, sino que la experiencia así lo corroboró, cuando los países cayeron en moratoria de pagos internacionales.
Además, gran parte de la deuda externa de las naciones en desarrollo se dedicó a financiar y subsidiar consumo público y privado, en lugar de realizar inversiones en infraestructura de desarrollo para mejorar la productividad y aumentar la participación en los mercados internacionales, efecto que hubiera sido el resultado de aumentar la cantidad y el valor de las exportaciones. Con las inversiones que se hicieron el rendimiento de la deuda externa resultó mucho menor que su costo, haciéndola prácticamente impagable.
La crisis de la deuda externa en los países del tercer mundo creó el temor de quiebras bancarias en cadena en el mundo desarrollado y alertó a las autoridades mundiales sobre el peligro de que el sistema monetario internacional pudiera derrumbarse. Esto no ocurrió porque se adoptaron distintas medidas para enfrentar la crisis. Entre ellas se cuentan las siguientes: se otorgaron préstamos a las naciones deudoras más grandes en 1982 para que hicieran frente a sus compromisos de pagos externos, se renegociaron los montos y plazos entre 1983 y 1984, se creó el Plan Baker en 1985 reconociendo la interdependencia de las naciones acreedoras y deudoras y la importancia de que los deudores pudieran continuar realizando importaciones, se cancelaron deudas incobrables en libros en 1988, se contó con el apoyo financiero de Japón y finalmente con los efectos del Plan Brady de 1989.


El sistema financiero internacional actual.

Las relaciones de intercambio entre las principales monedas del mundo, libra esterlina-dólar, dólar-yen, euro-dólar, conjuntamente con las fuerzas económicas y arreglos institucionales vigentes, conforman el sistema financiero internacional formal e informal, de hecho y de derecho. En la década de los ochenta, la apreciación del dólar frente al yen, que lo llevó a niveles de 250 yenes por dólar, se debió al creciente déficit fiscal de Estados Unidos que obligaba al gobierno de ese país a demandar dólares en los mercados internacionales. Ese beneficio que tiene el dólar al fungir como la moneda más importante en el sistema financiero internacional, contrasta con las dificultades que enfrentan los países con monedas débiles. En ellos, las expectativas inflacionarias que genera el déficit fiscal creciente y persistente conducen al déficit comercial en el comercio exterior y finalmente a la devaluación de su moneda nacional. Por el contrario, como consecuencia del déficit fiscal estadounidense entre 1980 y 1985, la moneda de Estados Unidos se apreció en los mercados internacionales como resultado del aumento en la demanda de dólares por parte del gobierno norteamericano. Este contraste o asimetría del sistema financiero internacional de entonces resulta ser muy interesante.
Por los efectos adversos que un dólar fuerte provocaba en el comercio exterior de Estados Unidos, ese país decidió intervenir en los mercados cambiarios mundiales, vendiendo dólares para depreciar su moneda. Sin embargo, su déficit comercial continuaba creciendo al igual que su demanda por otras monedas extranjeras, ya que el déficit en el comercio exterior de Estados Unidos aumentaba la oferta mundial de dólares, superando a la demanda y acentuando la caída del dólar. La recurrencia de esas crisis cambiarias hizo que los países del G-7 acordaran intervenir cooperativamente en los mercados de cambios a partir de 1987 y constituyeron, mediante el Acuerdo de Louvre, un sistema de flotación sucia o manejada de los tipos de cambio de sus monedas. Los principales objetivos del Acuerdo de Louvre eran mantener la estabilidad de los tipos de cambio de las monedas del G-7, no perjudicar sus economías ni la economía mundial y mantener la confianza en el sistema financiero internacional.
Ese Acuerdo se complementó con acuerdos de coordinación de las políticas fiscales y monetarias de dichos países para que las compras y ventas de moneda extranjera, según el nuevo patrón de intervención cooperativa, no afectará sensiblemente los niveles de la oferta monetaria de cada país, por los efectos que la oferta de dinero tiene sobre los niveles internos de precios y sobre la competitividad de las exportaciones. Los países del G-7 se comprometían a divulgar periódicamente el rango de la zona objetivo o límites para la intervención para sus tipos de cambio.
RECUADRO 8. Zonas objetivo para el tipo de cambio.
La zona objetivo para el tipo de cambio en el patrón cambio oro o patrón Bretton Woods era de 2% y en el sistema monetario europeo era de 4,50%. Entonces y aún hoy día, entre los elementos más importantes que determinan el precio de una moneda o tipo de cambio por otra, se encuentran: 1) la oferta monetaria interna de cada moneda, 2) factores económicos fundamentales como la inflación, productividad, déficit fiscal y tasa real de interés y 3) las expectativas de los agentes económicos acerca de los tipos de cambio futuros.
En un sistema de zonas objetivo para el tipo de cambio, cuando el tipo de cambio se encuentra cerca del límite de la revaluación, el Gobierno correspondiente debe propiciar un aumento de su oferta monetaria para que bajen las tasas de interés sobre los títulos en moneda nacional, desalentando la conversión de moneda externa a moneda nacional y reduciendo así la entrada de divisas. El aumento de la oferta de moneda nacional aumentará también los precios internos reduciendo la competitividad de las exportaciones y hará que el superávit comercial también se reduzca. Si por el contrario el tipo de cambio se encuentra cerca del límite de la devaluación, el Gobierno debe reducir la oferta de dinero para que la tasa de interés sobre depósitos en moneda nacional suba alentando la entrada de moneda extranjera y para que la reducción en los precios internos mejore también la competitividad del país. Como resultado deberían aumentar las exportaciones y reducirse el déficit comercial.
La promesa del Gobierno de intervenir para mantener el tipo de cambio dentro de la zona objetivo ayuda a que el tipo de cambio se mantenga efectivamente dentro de esa zona objetivo, aunque nunca llegue el Gobierno a intervenir realmente. Con los cambios en la oferta monetaria interna el Gobierno puede compensar temporalmente los efectos desfavorables de los factores económicos fundamentales sobre el tipo de cambio.


Ventajas y desventajas de los tipos de cambio flexibles.

Antiguamente, cuando regía el patrón oro y el patrón Bretton Woods, los tipos de cambio fijos tuvieron mucha aceptación por su tendencia a la estabilidad y fácil cálculo económico. Sin embargo, a partir 1973 los cambios en los precios del petróleo, la inflación y recesión de las principales economías del mundo dieron inicio a las incertidumbres características de los tipos de cambio flexibles. Las condiciones económicas mundiales de ese entonces y de hoy en día, han hecho imposible mantener el sistema de tipos de cambio fijos. La necesidad de las economías de encontrar la forma más apropiada de funcionar bajo el sistema de tipos de cambios flexibles ha sido enorme. Entre los principales argumentos a favor del nuevo sistema se han señalado los siguientes. El ajuste de los desequilibrios comerciales en el comercio internacional no es tan doloroso para las autoridades y ciudadanos de los países deficitarios, porque no requiere reducir la producción interna ni el empleo, ni el ingreso ni los salarios, ni tampoco los precios internos para reducir el déficit comercial. El sistema de cambios flexibles simplemente genera una devaluación de la moneda nacional que encarece las importaciones y los bienes comerciables, reduce el valor en moneda extranjera y el poder adquisitivo de los salarios nominales, aumenta la competitividad internacional del país y sus exportaciones. La devaluación produce también un aumento simultáneo de los precios de los productos importados, denominados en moneda nacional, se reducen entonces las importaciones y se restaura el equilibrio comercial. Los tipos de cambio flexibles también evitan la aparición de persistentes déficits comerciales, generan mayor confianza entre los inversionistas, los bancos comerciales y el gobierno. En general brindan mayor confianza en el sistema financiero internacional. Tampoco es necesario que los bancos centrales intervengan sus mercados cambiarios para defender el tipo de cambio oficial y por tanto no necesitan mantener reservas de divisas. Al desaparecer el problema de manejo de reservas internacionales desaparecen también los problemas de liquidez internacional que pueda padecer el país. Sin embargo, cuando el tipo de cambio sube mucho, el país se ve obligado a reducir las compras de bienes de consumo y de materias primas provenientes del exterior. Con un sistema de tipo de cambio fijo es muy probable que los gobiernos recurran a medidas arancelarias proteccionistas como la imposición de tarifas, aranceles y otras restricciones a las importaciones que son costosas de implementar y administrar. Estas medidas imponen altos costos económicos y sociales por la reducción que imponen en los flujos de comercio internacional.
Otra importante ventaja de los tipos de cambio flexibles es que evitan la presencia de presiones económicas como las que dieron lugar a la crisis financiera de México en 1994 y que en adelante se ha conocido como el problema del peso. Dicha situación se conoce así por los problemas y dilemas de política económica que tuvo que pasar México en ese año, cuando decidió elevar sus tasas de interés internas de niveles cercanos al 12% en febrero de 1994 hasta niveles cercanos al 20% en diciembre de ese mismo año, un aumento de casi 67% para defender su moneda nacional de los ataques especulativos que tenían lugar en esa época. A pesar de los aumentos desmedidos, y los consiguientes efectos negativos de los mismos sobre otras áreas de la actividad económica interna, finalmente no logró evitar la severa devaluación del peso. El Banco de México terminó el intento perdiendo millones de dólares de sus reservas internacionales.
RECUADRO 9. El problema del peso, México 1994.
Para ilustrar la agobiante situación que vivieron las autoridades monetarias mexicanas para defender el peso, en el Cuadro 1 se presentan cifras hipotéticas sobre tasas de interés y expectativas de devaluación que enfrentaba un inversionista extranjero en esa época. Si el inversionista había decidido invertir la suma de US$20 millones de dólares en instrumentos financieros denominados en pesos, debería convertir los dólares a pesos y colocarlos en algún tipo de certificado de depósito a plazo para ganar la tasa nominal interna de interés de México, sustancialmente mayor a la tasa correspondiente para certificados de depósito a plazo en dólares en los mercados internacionales. Este ejemplo supone que la tasa mexicana de interés a un año plazo era diez por ciento y que la tasa en dólares era solo cinco por ciento en el momento que el inversionista tomó la decisión. En ese momento el tipo de cambio era de 1US$ = 5 pesos y no había expectativas de devaluación del peso en los mercados financieros. El avezado pero no bien informado inversionista consideró acertada su elección, pues tenía la expectativa de obtener el doble de rendimiento: constituye un depósito de 100 millones de pesos a un año plazo y espera obtener 110 millones al cabo de ese período, los cuales convertidos de nuevo a dólares de Estados Unidos deberían redituarle US$22 millones. No obstante, si después de eso el valor del peso de México con respecto al dólar cae en una espiral de devaluación, el rendimiento final en dólares se torna incierto para nuestro inversionista. Su reacción y la de muchos otros inversionistas en el mercado generan una serie de movimientos compensatorios y especulativos de efectos directos sobre las reservas internacionales del Banco de México, sobre la cotización diaria del peso y sobre los niveles de ganancias por intereses y por tipo de cambio de miles de inversionistas. Una vez iniciada la espiral de devaluación del peso mexicano, ¿cuanto debería el Banco de México aumentar la tasa de interés para depósitos en moneda nacional para detener la fuga masiva de capitales ante las elevadas expectativas de devaluación de la moneda nacional, tal como ocurrió en 1994? El Cuadro 1 anterior muestra una aplicación de la paridad del interés sin cobertura para determinar exactamente como deben crecer las tasas de interés internas para compensar expectativas de devaluación creciente en los inversionistas y especuladores internacionales. La columna I representa el rendimiento que obtendrá el inversionista extranjero una vez que convierta los pesos mexicanos a dólares de nuevo al tipo de cambio vigente al final del periodo, cuando no tiene instrumentos de cobertura ante el riesgo cambiario. Si es así, el rendimiento final en dólares de su inversión en pesos mexicanos depende ex-ante de su expectativa de devaluación. Así vemos que conforme la tasa de devaluación esperada del peso (e*) aumenta, mostrada en la columna IV, el rendimiento final en dólares, mostrado en la columna I no se mantiene en US$110 como correspondería con una expectativa de devaluación igual a cero, sino que se reduce paulatina y consistentemente, pudiendo llegar a US$55, correspondiente a una tasa de devaluación esperada del peso de 100 por ciento. Esta situación significa que para compensar esa pérdida esperada el inversionista internacional, en conjunto, ejerce presión sobre las autoridades monetarias del país para que se produzca un alza sustancial compensatoria de la tasa de interés en moneda nacional, que evite la fuga masiva de los capitales del país huésped. El aumento exigido o esperado en la tasa de interés mexicana se muestra en la columna II y puede llegar a ser tan alto, según el ejemplo, como 120 por ciento. Una espiral de crecimiento de la tasa de interés interna tal como la mostrada en la columna II es dañina para la economía del país huésped. Finalmente, los tipos de cambio flexibles presentan otra característica positiva, aumentan la interdependencia monetaria entre países. Si el tipo de cambio entre Estados Unidos y Canadá fuera fijo y en Estados Unidos la oferta monetaria sube, los precios y tasas de interés en ese país subirían, induciendo un deterioro de su cuenta corriente y su cuenta de capitales. En Canadá el superávit correspondiente en su cuenta corriente y de capitales obligaría al Banco Central de Canadá a comprar la mayor cantidad de dólares que se generan en su mercado cambiario, aumentando su oferta monetaria. Con tipos de cambio flexibles, para alcanzar el ajuste de las cuentas externas entre estos países bastaría con la reducción que los mercados cambiarios inducirían en el valor del dólar y la política monetaria sería independiente entre países. Este carácter de la interdependencia de la política monetaria entre países explica porque, en un área monetaria óptima, o se fijan los tipos de cambio entre monedas, o se fija una moneda única. Por ejemplo, si Gran Bretaña fuera parte de la Unión Europea y cayera la demanda de exportaciones británicas generando desempleo en ese país, sería necesario aumentar su oferta monetaria para intentar reducir el desempleo. Sin embargo, ese aumento de la oferta monetaria británica generaría inflación en los otros estados europeos que gozan de pleno empleo. Si entre los estados europeos Gran Bretaña circulara una moneda única las autoridades británicas no tendrían independencia monetaria, pero al existir la libra esterlina, su propia moneda, si pueden expandir su oferta monetaria interna. Ahora bien, tampoco sería necesario mantener distintas monedas entre países, para manejarlas a discreción de las autoridades monetarias, si fuera posible la movilidad de los factores de producción desde las áreas deprimidas a las prósperas. Con tipos de cambio flexibles el mecanismo de ajuste automático de la balanza de pagos haría que en Gran Bretaña, ante la caída en la demanda de exportaciones, se reduzca el precio de la libra esterlina en los mercados cambiarios, estimulando de nuevo las exportaciones y el ingreso de inversionistas internacionales, ambos efectos restablecerían el empleo, la producción y las exportaciones. Sin embargo, como era de esperarse, los tipos flexibles de cambio tienen también una lista de argumentos en contra, entre los cuales se cuentan los siguientes. En primer lugar se dice que la incertidumbre puede inhibir el comercio y la inversión internacional. Para enfrentar la incertidumbre cambiaria los mercados han desarrollado instrumentos de protección contra el riesgo (véase capítulo 2), y además puede decirse que, en muchas ocasiones, los tipos de cambio fijos también han variado en altos porcentajes en cortos períodos de tiempo. En segundo lugar se dice que causan especulación desestabilizadora. En realidad sucede todo lo contrario porque la especulación es estabilizadora a pesar de la mala reputación de los ataques especulativos a ciertas monedas. Los ataques especulativos se producen porque los tipos de cambio fijos son insostenibles en condiciones económicas y financieras adversas, ya que es evidente para los especuladores la posibilidad de obtener grandes ganancias. La realización de tales ganancias constituye grandes pérdidas para los bancos centrales. En tercer lugar se dice que los tipos de cambio flexibles no funcionan en economías abiertas y que son inflacionarios. Lo primero no es cierto porque con tipos de cambio flexible una devaluación no mejora la cuenta corriente: la devaluación afecta los costos de producción internos de los bienes exportables en una proporción igual o similar al porcentaje de la devaluación, no hay cambio en el precio para los consumidores en los mercados externos y no mejora la cuenta corriente. Tampoco son inflacionarios porque la existencia de inflación no lleva a ninguna crisis cambiaria que motive al banco central a tomar medidas para corregir la inflación. En cuarto lugar se dice que son inestables debido a los altos niveles de elasticidad de las exportaciones e importaciones: pequeñas variaciones de los tipos de cambio generan grandes variaciones de la demanda de importaciones y de la oferta de exportaciones, que pueden generar grandes variaciones en la oferta monetaria interna, más variaciones subsecuentes en el tipo de cambio sucesivamente. Y finalmente, se dice que pueden ocasionar desempleo estructural, (una forma de la enfermedad holandesa o dutch disease), cuando las perspectivas económicas aumentan el precio de la moneda nacional en los mercados cambiarios, encareciendo las exportaciones y generando desempleo estructural.

El futuro del sistema financiero internacional.

El sistema financiero internacional no es estático, evoluciona continuamente como lo prueba la breve exposición anterior de su historia a lo largo del SXX. Hacia el futuro, los factores que afectarán su evolución pueden ser los siguientes: 1) cambios en el poder económico global, 2) desequilibrios comerciales crecientes asociados con el cambio en el poder económico, 3) preocupaciones ambientales crecientes relacionadas con los flujos financieros y comerciales de tipo internacional y 4) la necesidad de seleccionar un nivel apropiado de flexibilidad de los tipos de cambio.
Si en julio de 1944 Estados Unidos mantenía el 75% de las reservas oficiales de oro del mundo y el sistema financiero internacional de Bretton Woods reflejó las preferencias del jugador dominante en ese tiempo, entonces, ¿cuáles deberían ser las características del sistema financiero internacional actual para enfrentar acontecimientos económicos nuevos como el crecimiento de Japón y de los tigres asiáticos durante la década de los ochenta, las crisis financieras de México, Asia, Brasil, Rusia y Argentina durante la década de los noventa y la creciente integración de la Unión Europea y el surgimiento del euro como una alternativa de liquidez y reserva de valor internacional? Estados Unidos recuperó su hegemonía como resultado de las crisis financieras de Japón y Asia en los años noventa, la debilidad inicial europea y del boom de las acciones tecnológicas, pero los hechos económicos cambian muy rápidamente. Se desinfló la burbuja de las acciones tecnológicas, se revaluó el euro ante el dólar, persisten los conflictos bélicos, se mantiene elevado el precio internacional del petróleo, hay una fuerte tendencia hacia la formación de grandes bloques comerciales en todo el planeta.
Debido a la creciente interdependencia financiera y económica entre todas las economías del mundo, especialmente entre las economías del G-7 y más recientemente del G-7 más Rusia, la estabilidad del sistema financiero internacional requiere hoy día más de una colaboración muy estrecha. Por ello son fundamentales las reuniones del G7, la política de intervención cooperativa para mantener la estabilidad de los tipos de cambio según el Acuerdo Plaza y el Acuerdo del Louvre, las reuniones de bancos centrales bajo el auspicio del Bank of International Settlements de Basilea, Suiza, las negociaciones sobre tarifas arancelarias, la coordinación de políticas fiscales, monetarias y de tasas de interés, y la coordinación de otras medidas económicas y financieras. Los cambios en el poder económico global se hacen evidentes en las nuevas tendencias al regionalismo en grandes bloques como el North American Free Trade Agreement (NAFTA), la propuesta inicial para la creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), sustituida luego por la política estadounidense de suscripción de tratados de libre comercio con países individualmente o con regiones, como el Central American Free Trade Agreement (CAFTA), el fortalecimiento de la Unión Monetaria Europea (UME) y la región Asia-Pacífico (ASEAN). Otros elementos importantes del cambio en el poder económico global son el proteccionismo inter-bloques, la consolidación de tres monedas fuertes a nivel mundial, el dólar de Estados Unidos, el euro y el yen. Finalmente, es necesario observar el crecimiento de China.
La discrepancia entre exportaciones e importaciones entre países siempre existe, pero debe ser temporal. Cuando tales discrepancias son continuas, o peor aún, crecientes, es un indicio de problemas serios para uno de los dos países, cuidado sino para los dos, ya que trae consecuencias no deseables sobre muchas variables económicas y financieras. Los desequilibrios bilaterales pueden existir pero deben compensarse con desequilibrios de signo contrario con otros países o regiones. Sin embargo algunos desequilibrios mundiales aun no se han corregido. Desde principios de los años setenta el déficit comercial externo de Estados Unidos y el superávit de Japón se hacían cada vez más grandes y persistentes y recientemente empieza a ocurrir una situación similar en el comercio norteamericano con China (Stiglitz, 2003). Los primeros no pudieron ser corregidos con la apreciación del yen entre 1985 y 1995 ni con la devaluación del dólar contra el yen, el marco y otras monedas extranjeras. Con la creación de la Unión Europea y la introducción del euro el dólar se ha estado devaluando y el enfrentamiento comercial con China aún no se ha decantado.
El desequilibrio comercial entre Estados Unidos y Japón primeramente y ahora entre Estados Unidos y China inquieta por su persistencia y magnitud. Se discute si las causas de ese desequilibrio son medidas comerciales como la protección arancelaria y otras medidas no arancelarias, si son consecuencia directa de los niveles alcanzados por las variables económicas fundamentales de los países, si son consecuencia las políticas cambiarias de China o si son consecuencia de los flujos privados de capital. La discusión sobre las causas de dichos desequilibrios es relevante para la economía mundial, ya que tiene consecuencias directas sobre la economía de esos países, sobre la economía de los demás países y sobre el funcionamiento del sistema financiero internacional.

Bibliografía: Carlos Francisco Carranza Rojas. VOLATILIDAD CAMBIARIA: EFECTOS EN LA ECONOMÍA Y LOS NEGOCIOS